“Así es el sur”
Angélica Gorodischer.
—Vasto es el Imperio —dijo el narrador—, tan vasto que la vida de un hombre no alcanza para recorrerlo. Se puede nacer en Lyumba-Lavior y emprender un viaje y no detenerse nunca y cuando llegue la muerte, por mucho que haya demorado, quién sabe si se va a morir uno en Gim-Ghimlassa. Vivir se puede en cualquier parte, como dicen que dijo un antiguo poeta, y si se lo medita bien, se advierte que ése es un noble pensamiento. Se puede vivir en las grandes y bellas ciudades del norte, en las capitales blancas de nombres sonoros o en las grises villas fortificadas o en los balnearios llenos de música junto a las playas. Se puede vivir en tiendas en los desiertos siguiendo los oasis que se desplazan con las estaciones. Se puede vivir sobre los ríos en barcos de vientres chatos, pescando, lavando la ropa, rasqueteando la cubierta, mirando pasar las gentes y las casas y los sembrados, haciendo el amor en las hamacas tejidas y mercando con hombres distintos cada día. Se puede vivir en cabañas de troncos cerca de las cimas de las montañas, en palacios de mármol, en agujeros fétidos, en conventos, en escuelas, en torres y en burdeles. Y también se puede vivir en el sur.
Oh, sí, mis buenas gentes, sí, ya lo creo que sí. Se puede vivir en el sur. Y morir también. Y se puede nacer, y crecer y aprender y matar y sufrir en el sur. ¿Ustedes conocen el sur? ¿Han entrado a ese país vedado y tentador? ¿Han ido al paraíso de los monstruos, al antro de los asesinos, al reino de la barbarie? ¿Conocen a las gentes del sur? ¿Se han acostado con sus mujeres, han bebido con sus hombres, han escuchado a sus ancianos?
Angélica Gorodischer: Kalpa Imperial (fragmento).
Ayer falleció en Rosario, a los 93 años, Angélica Gorodischer, una de las autoras más prolíficas y renombradas de la literatura fantástica y la ciencia ficción latinoamericana.
“No quiero morir en terapia ni en un sanatorio. Espero hacerlo en mi cama, tranquila, con alguien que me agarre de la mano”. Se fue casi de acuerdo a su deseo, sentada en su sillón favorito con vista al jardín de la casa del barrio de los ‘chalecitos bancarios’ de la zona sur de Rosario, donde vivió con su familia y escribió su obra (fuente: Rosario en el recuerdo).
Imagen: ilustración para su libro Kalpa Imperial.