“En aquellos momentos estaba el sueño de ser famoso, exitoso, admirado, cosa lógica a los 18 o 20 años. Hoy sentimos algo distinto: creemos que somos exitosos al poder compartir un espacio, un momento juntos para crear, para poder recordar lindos momentos, reírnos, darnos un abrazo y saber que estamos para lo que el otro necesite”, dicen este grupo de cuarentones que no pierde la juventud de hacer.
“Con respecto a la música creemos que somos exitosos cuando estamos conformes con una canción, que esa canción contiene parte de nosotros, de nuestras vivencias, de nuestro lugar en el mundo, que habla por nosotros, que dice lo que no sabemos o no podemos poner en otras palabras”, agregan.
La entrevista la respondió la voz del grupo, Cristian “Tano” Cirigliano, en la voz de todos.
—En el perfil inicial se les escapó que venían tocando desde la década del 90 en Cañuelas, después lo borraron. Hablen un poco de aquellos años y de la continuidad real en Lunes.
—Contábamos un poco los inicios de esta larga historia que es la banda. Emanuel, Christian y yo juntos allá por 1996, con nuestros referentes compartidos que aún sostenemos en pie, que seguimos amando y admirando. Comenzamos componiendo juntos, contando lo que nos pasaba y lo que sentíamos a través de una melodía y un ritmo. Después aparecieron unos huecos de tiempo en el que estuvimos cada cual por su lado. Y con el tiempo nos rencontramos, volvimos como al inicio, juntos, a componer, a revivir, a tocar y a través también de los covers expresar lo que nos resuena internamente.
—Respecto al sonido, también uno cree estar escuchando rock de los 90. Incluso la experimentación con la música, las introducciones largas, a pasajes alternativos de los 80.
—Charlamos mucho sobre eso y nosotros estamos muy seguros que tenemos influencias de los ochentas sin duda, pero el tema de sonar, la vibración de la banda, el audio, es puramente de los noventas. Lunes y todos sus antecesores han sido y son puramente noventa. Cada segmento epocal tiene sus códigos musicales, sus características propias en cuanto al sonido, al decir poético, a lo rítmico.
Richard Coleman se puso la camiseta de Lunes.
Tener esencia noventa te orienta hacia un público que sea capaz de descifrar esos códigos epocales de los que te hablaba, que los decodifique y que los disfrute, los aprecie. Para quienes tienen otro código de asimilación musical Lunes suena raro, friki, antiguo o aburrido. Llegar a entender eso nos frustró, en algún sentido, en un momento. Hoy no nos preocupa y a la vez simbióticamente nos estimula para seguir creando en nuestra frecuencia.
“Cierta oscuridad musical de Lunes sumada a la voz grave y particular del Tano, parece llenar los momentos de lúgubres cortejos, donde una congoja de holocaustos viejos ahoga los eternos silencios sin sentido” (interpretación de un allegado a la banda).
—¿Cómo es la composición de las canciones? Esta continuidad da que pensar el lugar preponderante de la música.
—Para componer requerimos un espacio específico, nos reunimos, es todo un ritual, tenemos nuestros cuadernos de anotaciones, con cuentos, frases, palabras, recuerdos, etc. En general Emanuel tiene una melodía y en esa reunión se construye una historia, que se va adaptando a la música hasta que encuentra su lugar en el seno de la canción. Creemos que cuando se encuentran una historia y una melodía se conforma un sistema que después pide o necesita texturas, colores, efectos precisos, porque necesita eso y no lo que se nos ocurre al azar. La canción sola nos pide arreglos, sonidos, ritmos, cortes, y ella sola se construye.
Mirá, con respecto al lugar de la música, casualmente antes de la última presentación hablábamos de eso, la música está en el centro, en el núcleo de la vida de cualquier ser humano que habita en este planeta. Desde oriente a occidente, en una tribu donde la imagines, en la metrópoli más habitada, sin importar el rango, la clase social o cultural, la música está presente en la vida del ser, en ese estar ahí. En Rusia, China, África o Centro América en algún instante de su cotidianidad aparece la música para divertir, entretener, reconfortar, ritualizar, solicitar a los dioses, hacer catarsis, sublimar para lo que sea, la música está presente. Por eso la música es para nosotros, para Lunes, el emblema de lo humano. Y de verdad, y humildemente con ese respeto, la tratamos.
—¿Qué significó para ustedes tocar con Peligrosos Gorriones? Se los vio primero tocando y luego compartiendo la trastienda.
—Después de tocar con Los Peligrosos Gorriones de Francisco Bochatón en Casa Suiza de La Plata, compartir los camarines y pasarla muy bien, surgió la idea de una gira que aparece como un sueño y algo a analizar, ya que es un proyecto que atraviesa de otra manera la vida de Lunes. Sin duda Peligrosos Gorriones es una banda que dejó huella en toda una generación, que supo representar los contenidos internos, las búsquedas y la poesía de su momento. Francisco Bochatón es un compositor increíble, una persona genial, extraordinaria y uno de los regalos que Lunes nos ha brindado. Llegamos a compartir esa fecha gracias a Braulio Daguirre, baterista de Peligrosos Gorriones hoy y ex baterista de Los Siete Delfines, una de nuestras bandas preferidas. Conocer a Braulio, que nos invite a participar y que Los Peligrosos Gorriones reconozcan que el trabajo de Lunes está a la altura de ellos y depositen su confianza en compartir su público nos enorgullece y de verdad es un regalo de Lunes para nosotros.
NdlR: La gira con Peligrosos Gorriones se canceló por compromisos personales de los miembros de Lunes.
LUNES
Emanuel “Colo” Morfese (guitarra).
Pablo Barressi (bajo y coros).
Francisco Costa (guitarra).
Christian Etchevers (batería).
Cristian “Tano” Cirigliano (voz).