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Lunes Rock | Las canciones

Cristian Cirigliano.

ES ÉL

Solo ha escuchado sobre el amor. Siente un hueco sin fondo en el pecho. Su mirada se cierra en los límites de un cono negro tridimensional que se pierde en el infinito de un punto. Respira entrecortadamente y el corazón frenético va a explotar.

Sus dos amigos están tirados en su cama y hablan, se dirigen a él, sobre lo que debería, él nada dice de su estado.

Lo quieren convencer para partir en ese momento al Rex, por ahora ni se lo imagina.

No acepta la invitación, mueve la cabeza de lado a lado y ya no puede hablar. Uno de sus amigos abre el placard y le tira una remera negra de Los Siete Delfines en la cara. Le ordena que se la ponga ya, toma un jean que revolea como una boleadora en el centro de la habitación y lo arroja sobre la cama.

Acepta, ríe con una mueca extraña, maldice a sus amigos y se forma la sonrisa en su rostro. La melancolía que lo habita lo raspa adentro del pecho, como un parásito que mastica y corroe desde adentro, él siente como su carne rota sangra y chorrea por las paredes internas de su cuerpo, es dolor, como fuego insoportable.

Llegan al Rex y tiembla, sus dos amigos ríen a carcajadas.

Entran, dos están entusiasmados, el restante siente que crece, en un segundo, una planta de gordas raíces y ramas filosas en su pecho, rasgando su piel, piensa cosas irreproducibles. Se dirigen a la barra y uno de ellos acerca una bebida negra, amarga y dulce a la vez con varios cubos de hielo.

Sus amigos se mueven ridículos al ritmo de la música, él está estático. De nuevo arremeten, la respiración entrecortada, el corazón acelerado, la vista parece apagarse, se sumerge en el cono y una voz le repite frases en el centro de la cabeza. No lo tolera y no sabe qué hacer.

Sale al patio del bar. Se para en un rincón y respira con la técnica que le enseñó su psicóloga. Siente que mejora, y entre las cabezas de una ronda de chicas reconoce una mirada que se fija en él. Rápidamente saca la mirada. Gira la cabeza varias veces de lado a lado y la mirada está ahí entrecruzándose con sus ojos. Se pone nervioso, alguien lo observa.

De la ronda de chicas sale una de ellas y se dirige hacia él, riendo y dándose vuelta reiteradamente, mirando a sus amigas.

Ella le dice hola y él le dice hola. Ella se ríe, brota timidez. Él está serio y nervioso. Ella le pregunta si se siente bien y él esboza una sonrisa, tiene ganas de llorar. Charlan y algo aparece en él, un conocimiento se introduce en su mente y en ella parece pasar lo mismo, como algo que saben desde otro tiempo, un tiempo donde esto pasó y terminó. Como un viejo fin, que los tranquiliza y los magnetiza. Siempre lo supimos.

Ella se aleja y un chico se le acerca y le habla al oído. Él observa y una voz le dice en su mente que los rugidos la acechan. Ella lo mira, sonríe, y se aleja en dirección a su grupo de amigas.

Ella vuelve a él con una copa en la mano. Él le dice que siente que ya se vieron en algún otro lugar. Ella se ríe con un grito y le grita que eso es una antigüedad, y le pregunta de qué signo es, y los dos se ríen a carcajadas. Ahora es él, el que no se quiere ir.

Siente que el sonido de la voz de esa chica desintegra sus voces internas y tenebrosas. Las voces lo amenazan y el sonido de su voz las extermina. Siente como que el tiempo se detiene, los colores brillan más, los sonidos son profundos y claros. Es el sonido de su voz, el que detiene el tiempo.

SECRETO

Están juntos, la conexión es extrema. La paz apocalíptica de estos días trae la imagen del yuyo verde enérgico que crece en la grieta del asfalto ardiente. Están unidos y la suavidad de sus estados los regocija. Charlan y piensan, leen, escuchan música juntos y la esencia de cada momento los compromete, la pasión se hace fuerte y parece que el cielo monta el gatillo.

Surge un secreto. Es diferente hablar solo, que hablar a otro. Dicen: que hay gente que habla sola y otra que necesita contar todo. Uno de ellos cuenta un secreto. Algo terrible, que rompe la conexión entre ambos. Se encendió el fuego y ahora deben escupir las espinas.

No se lo digas a nadie, nadie. Los dos están heridos y sangrando. Vida plena. Todos tenemos un secreto.

AUSENCIAS

Eso que se rompió, eso que rompió aquel secreto, les brinda la idea de caminar sin dirección, destino incierto y sin objetivo. Los dos buscan respuestas y sienten que lo que ayer los unía hoy los desintegra.

Él piensa en ser coherente y enterrar el secreto, pero ese olor de la carne que ni la electricidad arranca le genera una molestia en el pecho. Ella era su fe, y él vuelve a su viejo estado. Melancolía.

Ella siente que todo fue una mentira que crearon entre ellos dos. Las mentiras son verdad de a dos, ella repite y repite, castigándose. Los dos mutan en estatuas de barro erigidos en vitales neurosis como barcas ancladas en un silencio retorcido y visceral. Ausencias.

ESTA VEZ

Sus llantos vibran sobre un barranco de promesas. Su esperanza se desploma con un temblor primerizo, de miedo a medio sobre el vacío purulento. Pasa un tiempo y él se habla y se reprocha, se castiga, ella no está. Finge dormir no puede, en esa soledad disfruta de su encierro, es el castigo que se merece.

Reflexiona y en su mente se repite a sí mismo que debe ser valiente. Si ella vuelve no correrá, enfrentarán todo. Juntos. Caminaremos sobre fuego.

La busca, ella rompe en llanto; lo esperaba. ¿Cómo te va, cómo te va y por qué interrumpiste cobardemente el viaje? También llora. Se miran y entienden que hay algo epifánico en el aire. Sienten cosas que nunca sintieron en sus cuerpos y en sus mentes. ¿Caminaría yo? Por esas arenas de ardor ¿y vos? Claro que sí, y hasta por el fuego mismo.

No me hace gracia lastimarte y ver que no hay regreso. Esta vez no correré, caminaremos sobre fuego le dice ella. Las divinidades neumas de la llanura se regocijan, ellos van a hacer lo que está en el plan.

EL MISMO FINAL

Aire espeso y opaco, se acerca la diosa envuelta en humo y agua detenida. Años pasaron, sus hijos crecieron. Este sábado a la noche como aquel en el Rex se siente algo que los sume en el vacío y supura extrañeza. Se miran cómplices y los emociona saber que algo distinto pasará. Se despiden de sus hijos y nietos. Salen por el asfalto mojado por la lluvia. Viento que parece tener vida propia, como si se tratara de una entidad. El estruendo de la tormenta altera el presente y resume un impacto. La lluvia impide divisar lo que viene, el choque es inevitable, los automóviles se destrozan, el ruido es aterrador. Él mira a su lado, ella no se mueve. El mar y el cielo parecen llorar. Pide por favor, que no puede estar pasando. Las mismas calles y ya no es igual. El dolor en sus piernas, extiende el brazo, toca sus manos, están frías, son una señal. Ella no responde. Tiene miedo, mucho miedo.

De pronto puede ver desde arriba, está a varios metros de altura, no siente dolor, se siente liviano. Baja y se ve a sí mismo y la ve a ella. Entiende, sube y tiene miedo, mucho miedo. Está solo y no sabe qué hacer. Piensa en ella con fuerza. Se encuentran, sin mirada pueden verse y sentir. Vibran. Juntos sobrevuelan el paisaje habitual, su pueblo, sus calles, en un segundo. Él siente mucho miedo y ella también. Y recuerdan, tiempos anteriores, cientos de veces, se conocieron como esta vez en el Rex. Todo se repitió, todo se repitió hasta el final, el mismo final. Y murieron como esta vez, y sobrevolaron paisajes habituales distintos y en distintos tiempos, con miedo, mucho miedo. Es el mismo final, que se ha repetido tantas veces, juntos.

Con miedo tus miedos el mismo final. Con miedo tus miedos el mismo final.
Con miedo tus miedos el mismo final. Con miedo tus miedos el mismo final.
Con miedo tus miedos el mismo final. Con miedo tus miedos el mismo final.
Con miedo tus miedos el mismo final.

ENTREVISTA A LUNES ROCK.

IMÁGENES FILMS DE DAVID LYNCH:

  1. Twin peaks (2014).
  2. Rabbits (2002).
  3. Eraserhead (1977).
  4. Blue velvet (1986).
  5. Lost highway (1997).

Imágenes seleccionadas por La Acacia.

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