Historia pensada Narrativa

El eucalipto en Cañuelas y la pampa húmeda

El eucalipto en Cañuelas y la pampa húmeda.
Por María Lydia Torti.

Mirad este eucalipto suculento
Puedo morder sus hojas, respirarlo,
acostarme a su sombra y escucharlo
en las siringas que le deja el viento.

En su perfecta integridad resuena,
como un campanario prodigioso,
el golpe acompasado y melodioso
del pulso subterráneo que lo ordena.

Si yo tuviera el corazón tocado
por el mismo misterio iluminado
que conjuga el follaje y los raigones,

¡qué coplas de verdor y lozanía,
qué ramas infinitas brotarían
del árbol fraternal de mis canciones!

Guillermo Etchebehere (1917-1978). Poeta nacido en Cañuelas; La semilla del viento, libro donde se encuentra este soneto, fue ganador del Primer Premio Ciudad de Buenos Aires en 1948.

Así como el ombú se transformó en un amado símbolo pampeano, hoy quiero hablar de otro árbol que cumplió otra función decorativa y de gran utilidad para el campo argentino y aún la cumple.

El eucalipto es una especie de la familia de las mirtáceas, originario de Australia, del que se cultivan numerosas especies en muchos países; se usa para la repoblación forestal por la excelente madera que elabora en poco tiempo, por las propiedades curtientes de su corteza y por la resina balsámica que produce.

Al país lo trajo con la visión de futuro que lo caracterizaba, Domingo Faustino Sarmiento, desde su país de origen.

Este prócer sabía con sus conocimientos agropecuarios que estas plantas, ubicadas unas al lado de las otras, hasta constituyendo pequeños bosquecillos, servían como cortinas naturales, que protegían cultivos y ganado de los vientos huracanados de la región, que conjuntamente con los tornados dejaban la tierra como un páramo. Hasta desaparecían los ranchos y sus habitantes.

Son también llamados “abrigos vivos” para defender las tierras y aprovechar sus múltiples ventajas.

La pampa húmeda, tiene condiciones de suelo y clima, que agrológicamente lo señalan  como el más rico de la República, unido a una infraestructura de primera línea, donde se concentró la mayor parte de nuestra población, constituyendo el mejor mercado para los productos forestales y donde se encuentra el 90% de las industrias que necesitan la madera como materia prima fundamental para su producción y desarrollo.

La especie forestal, que se destaca netamente en esta región, es el cultivo del eucalipto, como bosque de protección y de producción, tornándose cada vez más “agrícolo”.

Frecuentemente oímos hablar del supuesto empobrecimiento de esos suelos, ocasionados por el cultivo del eucalipto, que los haría inutilizables para otros cultivos en el futuro. Los estudios realizados, demuestran que es totalmente errónea esa afirmación, y que por el contrario, el cultivo de éste, solo puede traer beneficios al suelo que lo sostiene, debido a que su poderoso sistema radicular perfora hasta grandes profundidades, retirando de los horizontes inferiores, elementos minerales, que junto con otros obtenidos de la atmósfera, forman los tejidos de ramas, flores, frutos, hojas, etc.

La caída periódica y normal de esos órganos, constituye a través de los años, un extraordinario aporte de material orgánico, verificado entre 12.000 y 15.000 Kg por hectárea, que debidamente aprovechado, mejora y evoluciona  la química del suelo, la actividad microbiológica y su riqueza humífera.

Asimismo, las raíces al morir, aportan material orgánico a todos los horizontes que atraviesan y dejan la tierra profundamente dotada de canalículos, en todas direcciones, que facilitan el continuo intercambio de agua, de nutrientes y del aire, fijando los suelos sueltos, destruyendo horizontes impermeables y “habilitando” para futuros cultivos agrícolas.

Al respecto, son conocidos los beneficios que reportara la creación de un sistema de barreras cortavientos en la llanura, frenando y contrarrestando la desastrosa erosión eólica, recuperando campos y evitando la voladura de otros, por la acción de cortinas verdes, formadas por árboles, que hacen sentir su influencia benéfica a distancias hasta 20/30 veces la altura de los árboles que la forman y mucho más cuando es una cadena de cortinas técnicamente distribuidas.

En Estados Unidos, Rusia, China, Israel, Marruecos, Cerdeña, etc. existen valiosos ejemplos, que nos permiten insistir, en la necesidad de crear esas defensas, como franjas de protección y de producción simultánea y permanente, de 15/20 filas de ancho, que pueden explotarse.

Desde media hectárea de extensión, protege y produce, por lo cual es función del pequeño productor y de las grandes estancias plantar en sus chacras o en cada uno de sus potreros, estas pequeñas cortinas, que combinadas en una gran franja, pueden transformar extraordinariamente la productividad y la economía de la llanura pampeana, valorizando  los campos, por su repercusión extraordinaria, con respecto al mejoramiento de las condiciones de la vida, al aumento del rendimiento de los cultivos agrícolas, y a la mayor receptividad de los campos de pastoreo.

Nuestros ganaderos, conocen muy bien, las ventajas de los montes de abrigo que defienden contra el fuerte calor, el frío, los temporales, permitiendo siempre producir más kilos y mejor calidad.

Tal es la importancia que adquirió el eucalipto que el distinguido político y hacendado Don Pereyra Iraola regaló a Don Vicente Casares en 1869, una doble fila de éste árbol para que resguardara ambos márgenes de la calle desde la entrada de Vicente Casares hasta la estancia, con sus amplios portones verdes que daba paso al chalet patronal y sus jardines maravillosos, con plantas exóticas, estatuas y faroles a gas.

Estos plantines se hicieron grandes, poderosos robustos y sobre todo permanecieron en los bordes del Bosque de la Virgen, entrada hacia la propiedad de exclusivo uso del hacendado y su flía.

Como los años y el clima cambiante de la pampa húmeda, se hizo más tropical, también lo son las tormentas eléctricas y los vendavales, que arrasan los colosos naturales, derribando troncos y ramas, con peligro para los viandantes.

Por dichas causas se los está cortando y con la sierra se van llevando años de historia y de belleza natural. Lo que ya no es ni será.

De recuerdo recuperé un raigón, que conservo como una estatua de madera cincelada por el tiempo, con unas patas de hierro, aunque a veces me pregunto ¿para qué?

Escribió: María Lydia Torti (texto inédito).
Bibliografía: Ing. Rosendo Julio Leonardis / Arq. Carlos Moreno.

Imagen: Bosque de la Virgen en la Estancia San Martín, Vicente Casares, Cañuelas. Fuente: BAfilm, donde se describe el lugar en tanto locación cinematográfica.

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