Instrucciones para libertos (I), de Sergio Massarotto.
Después de varios grupos, exploraciones, rocks y saberes arriesgados, la voz de Sergio Massarotto en Instrucciones para libertos suena más segura, transparente y escéptica que nunca. Los singles que habíamos conocido antes, “Aslan” y “Adviento”, incorporados en este nuevo long play, decían poco sobre lo que iba a venir. Después de las experiencias rock de Científico loco, Los trabajadores y el mismo solista El resentimiento de los gauchos, enclavado en algún rincón oscuro de los 90, pese a la novedad de grandes canciones, no se podía prever un retorno, o que al fin iba a cumplir la promesa de que la música resonara en el silencio mayor de la pampa. Un poco de esto y un poco de aquello, sin dejar el blues a través del folk estirarse al otro origen negro, la milonga (una de sus etimologías, del dialecto africano es “palabra”, “multitud de palabras”) y rozar historias, reinventarlas. Nuestro folklore como grandes metáforas, fuera de su forma (el folklore propiamente dicho), poesía, contenido, una sobrevivencia, un carro con chasis de una ford. Escuchamos al afilador, pero salimos y vemos la combi que agarra la autopista. De la misma manera que el barrerista aprovecha el paro del sindicato para mandar un audio a su chica, o escucha a los “acomodados de la tele” en la radio hasta que pasen un bolero (“La última barrera”). La pampa y lo moderno. El silencio del amor entre el ruido. La pampa debe volverse otra vez “desierto”, aquella marca sintáctica, genocida, como la de “desaparecido” que ya es tierra ganada: “Voy a escuchar una canción sencilla del desierto que tenga más silencios que palabras huecas” (“Instrucciones”). El gaucho apura un trago en el bar de El poco a poco, mientras el diablo toca estilos, valses, huellas y milongas, pero, ¿de qué tiempo estamos hablando? Un tiempo de leyenda, mítico, que vuelve una y otra vez con los ropajes de la época, zapatillas, por caso, y guitarra eléctrica. Santos Vega. El tiempo abolido del arte. Entonces, no importa, Instrucciones para libertos (del que prepara la segunda parte), suena más a los 70, ya no son el Indio Solari y Charly García los “gauchos resentidos” de su anterior long play, sino León Gieco (para mí es Aslan de Las Crónicas de Narnia, dice Massarotto) en botas de goma, cruzando algún pastizal, esa horrible tapa del disco “El fantasma de Canterville” donde cantaba “todos los caballos blancos, y el campo, y el campo…”, y Edelmiro Molinari, barba crecida, tras la separación de Almendra, demostrando que había vida después de Spinetta. “Resumen pampeano”, también es una respuesta al Flaco que en 1983 dio a la luz la canción “Resumen porteño”. Al igual que en el blues “En El poco a poco”, antiguo enclave detrás del barrio 1° de Mayo, Massarotto logra pinturas locales rápidas, no forzadas, sin localismos, solo con nombrar Lobos, Uribelarrea.
Instrucciones para libertos, en definitiva, se puede escuchar de punta a punta, lo que no es poco. Hay canciones cortas, puras melodías, y otras puras canciones, con guitarra acústica, slides reptantes. La voz siempre clara, de alguien que ya fue papá dos veces, y no deforma, no gestualiza el ruido, vicios rockeros que heredaron regatoneros. Un nuevo amor de alguien que se encontró en la libertad de ser sí mismo.
En la página: www.sergiomassarotto.com.ar se puede descargar el librito que acompaña al disco y consultar nuevas fechas de shows.
Fotografía: Layente Producciones.
Especial para revista La Ruleta, abril de 2023.