I
El tatarabuelo materno de León Clemente Gaitán había servido al Restaurador en su estancia Los Cerrillos de San Miguel del Monte. Peón, más luego Colorado del Monte. Gaitán lo supo de chico, se lo transmitieron en su familia como legado honorífico.
Su plena conciencia de hombre surero con ascendencia federal muchas veces lo hizo entrar en discusiones cuando joven. No porque enfrente hubiese otros que se identificaran como unitarios, esa discusión extemporánea nunca se daba, aunque la anhelaba. La discusión derivaba de la tomada de pelo de sus congéneres, muy lejanos a algún tipo de conciencia, menos surera, menos aún federal.
Recién cumplidos los dieciocho recaló un par de años en Sierra Chica, una burla en un mal día y el cuchillo en el cinto no dieron buenos resultados a su suerte. La sobrevida del burlón le acortó la pena.
En Sierra Chica aprendió a jugar muy bien a la paleta. Siendo zurdo y habiendo aprendido en una cancha abierta con pared larga a la izquierda, de zaguero no tenía contra por esos años.
Una vez purgada la pena y todavía sin trabajo estable andaba por las canchas abiertas de la zona haciendo unos pesos. Era de andar con pocas cosas encima, un bolsito con un par de pilchas para jugar, dos paletas Vasquito (de las de etiqueta roja) y un cuchillo.
II
Durante un tiempo Gaitán estuvo con su moto rota y dependía del 88 para llegar hasta Cañuelas. Vivía en un campo sobre el camino de tierra que une La Noria con Abbott, para llegar al colectivo caminaba dos kilómetros hasta la Ruta 3.
Caminar no le era un problema, le resultaba un poco molesto cruzar un par de alambrados pero nada más. Los días de lluvia la vuelta era más larga, ya que los campos en esa zona son bajos y rápidamente se llenan de agua.
Varias veces había pensado dejar el trabajo en el pueblo y dedicarse a lo suyo pero nunca se decidía, con dos chicos que criar se necesita el ingreso fijo.
De oficio alambrador, porque su abuelo y su padre también lo fueron. Y asador exquisito porque el asado es la comida patria, y él era un patriota.
Fue viajando en el 88 cuando conoció a otro integrante de la logia, las charlas se le hacían tan amenas que los encuentros terminaron en amistad y el arreglo de la moto se fue posponiendo en haras de cultivar ese vínculo que ya excedía el viaje laboral y pasó a ser asados y festejos de cumpleaños.
Ya sabremos las motivaciones del martirio de Gaitán, su muerte lo coloca en el panteón de los héroes de la patria defensores de las tradiciones sureras.
Pero podemos pensar que Gaitán murió culpa del 88, esa línea infame que une Once con Monte, atravesando íntegros los partidos de La Matanza y de Cañuelas, y ninguna de sus unidades tiene aire acondicionado.
Continuará…
IMAGEN: Lucho Valenzuela.