Godofredo Cariola, filósofo autodidacta, nacido en Cañuelas en 1925 y fallecido en 2016 en la misma ciudad, escribió una obra original donde cuestiona los parámetros de la ciencia, la ideología y las costumbres en general. En su mayor parte inéditos, con la excepción de El enigma de la relatividad (1977) y Los mitos y la realidad (2013), se trata de escritos de respiración literaria que se extienden a los géneros ensayo, fantástico y autobiográfico.
Nicolás Cornador (1990), autor de este comentario, es bibliotecario, estudiante de Letras, Música y poeta, autor de Las pausas interminables (Editorial Alción, 2019).
Godofredo Cariola y una filosofía de la supervivencia
En su libro de ensayos Los mitos y la realidad Godofredo Cariola, cañuelense ya fallecido, se ocupó de desentrañar la lógica del sentido común y, más aún, de lo común de los sentidos (significados). En esta reseña me ocuparé de darle ciertos matices personales y otras formas de comprensión a los dos primeros artículos del libro, “La seducción de los mitos” y “Los mitos”.
Antes de proseguir, los invito a preguntarse: ¿Cómo, en esta sociedad, se puede escapar a lo previsto? Para el autor todo el andamiaje cultural, desde el religioso hasta la democracia, se sostienen de lo previsto. Se pregunta si detrás de todo el “caudal ideológico” nacido de la mente humana y sus necesidades se puede acceder a la libertad. La democracia es una ilusión de libertad, según Cariola. Y detrás de todo se encuentra el sistema económico y, con este, la cultura fabricada para que no caiga.
“La compulsión económica que se supone tan formidable, sin embargo se vería huérfana de apoyo logístico sin esa multitud de mitos que constituyen nuestro mismo acervo cultural” (Cariola).
En este punto, me pregunto: ¿cómo diferenciar la cultura prefabricada e “impuesta” de la cultura surgida de una necesidad de libertad genuina? ¿Acaso la necesidad de libertad (¿de adaptarnos?) se satisface con esta cultura “impuesta”? ¿Cómo toma forma la necesidad de libertad? ¿No será que la libertad es la búsqueda de satisfacción que se logra al adaptarse al sistema en el que nos toca vivir guiados por imposiciones culturales?
Dice Cariola: “El hombre de nuestras sociedades se ve constreñido entre diversas presiones que lo sujetan como un brete, una estrecha manga que lo conducirá en cierto sentido para su bien o su mal”.
Quizá cuando a esta libertad, que gobierna casi todo, se adapta alguien que desde lo preexistente tiene algo que puede alterar el orden, terminará esta persona, por la misma presión de la supervivencia y los caminos por los que se ejecuta, decantando en algo malo, en algo negativo.
Son ideados entonces los caminos por los que el hombre termina sintiéndose libre.
De la religión, gran camino de salvación (de la sensación e idea de salvación) dice el autor: “Me resulta indignante el hecho que por existir en la mentalidad humana una falla en su racionalidad se aproveche tal particularidad constituyéndose enormes instituciones destinadas a usufructuarla”.
El autor también se refiere a los mitos patrióticos. El sentimiento patriótico está imbuido de la idea de libertad y de independencia; estas, según él, pueden usarse como palabras sugestivas dichas al “hombre del pueblo” para que “corra desaforado a hacerse matar”. Las instituciones están llenas de estas ideas, que las hacen funcionar y perdurar.
Según Godofredo Cariola, siempre hay intereses económicos por detrás de lo aparentemente puro o noble.
¿No será que, más allá de que pudiese haber cierto atisbo de pureza, o “residuo de individualidad”, como diría el antropólogo Ralph Linton, el hombre ilustrado también es el más usado por el poder? Quizá sí. Pero lo que hace que, social y culturalmente, se considere a un hombre ilustrado es la idea que se tiene de ellos, quizá también haya algo de natural en todo esto, tal vez hasta la fama tenga una génesis que se puede asociar a lo natural. Porque la cultura tiene, según mi punto de vista, algo natural en su desarrollo y en su génesis. Si vemos a alguien como ilustre es porque hay cierta imagen compartida, convencional, de lo que es eso. O simplemente porque está en televisión.
Acá cito unos pasajes en los que se da el valor de natural a cuestiones que hacen a la cultura:
“…los verdaderos sentimientos del católico, quitadas esas vestiduras intrincadas de razones teológicas y dogmáticas, permanecen fieles a los motivos originales. El temor a Dios, a su castigo, el deseo de hacerse simpático a su mirada, en fin, todo lo más abyecto que yace en el fondo de la mente de un animal”.
“La antigua y siempre renovada lucha de Thanatos [muerte] y la vida, esta lucha que estudiosos sitúan en todo organismo vivo, se hace dramática en la conciencia humana”.
Quizá, pienso yo, la creación de la cultura, más allá de lo puramente necesario o utilitario, nazca de los condicionamientos de la razón ante la muerte. Y lo novedoso de la cultura actual se dé por cierto envión de la cultura de cuando esta era (y es) utilitaria o realmente funcional a la supervivencia.
Nicolás Cornador
OBRAS DE GODOFREDO CARIOLA:
El enigma de la relatividad (ensayos), edición de autor, 1977.
El viaje del Dory (novela autobiográfica de aventuras), inédita.
Las alas de la libertad. El pensamiento crítico (ensayos), inédito (1995).
Los mitos y la realidad. A la vanguardia del librepensamiento (selección de ensayos de los dos libros anteriores), edición de autor y de la Biblioteca D. F. Sarmiento de Cañuelas, 2013.
Mirta y los sabios de Helium (novela fantástica juvenil), edición artesanal, 2014.
Imagen: Tapa de Los mitos y la realidad realizada por Cristian Marques.