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El Pacto de Cañuelas revisitado

ENTREVISTA A MARIANO AUFRANC, director de la obra teatral ¿Cómo ha dormido, general?

Por Martín Aleandro.

En El Cultivo la obra de teatro sobre el Pacto de Cañuelas y la leyenda del dulce de
leche está pronta a salir a escena. Con un elenco de artistas locales el director Mariano Aufranc lleva a delante un proyecto donde lo trágico y lo cómico juegan un rol determinante.

Luego de una jornada intensa de ensayo, Mariano Aufranc abre las puertas de El Cultivo y nos invita pasar. Entre bambalinas nos cuenta que su formación como actor y director fue durante la década de los ’80 en la Compañía Teatral Ginés, donde la experimentación era una herramienta importante. Ya en los ’90 participó del Laboratorio teatral: La Fábrica, junto al reconocido actor y director Guillermo Angelelli. Estas experiencias son el puntapie inicial a su carrera profesional.

El Cultivo surge en el 2005 junto a Virginia La Iacona con el deseo de desarrollar un
espacio de pedagogía y realización artística (música y teatro). Así surge, y como tal
funciona. Año a año intentan ser fieles a aquel deseo inicial. En este teatro se estrenará en octubre la obra: ¿Cómo ha dormido, general?, que habla sobre el Pacto entre Rosas y Lavalle en Cañuelas. A continuación, Mariano Aufranc le responde a El Ciudadano.

—¿Cómo surge la idea de representar una obra que hable sobre El Pacto de
Cañuelas?

—La idea es de Juan Manuel Rizzi, director de la Biblioteca Popular Sarmiento. Juan
Manuel conoce nuestro teatro, desde la apertura de nuestra sala en 2005. A principio de año se acercó con la idea de trabajar en la escritura de un proyecto teatral sobre el Pacto de Cañuelas, y me propuso ser parte de ese proyecto. Nuestro aprecio mutuo (personal y profesional) nos permitió ponernos en marcha detrás de esta apasionante aventura: visibilizar aspectos de ese hecho fundante de nuestra historia, invisibilizados por el relato hegemónico mitrista. Juan tuvo un gesto que yo entiendo de grandeza y humildad: hacerme partícipe de sus borradores, exponiéndolos a las observaciones que yo le pudiera hacer. Así, en su respeto por mi opinión y en mi respeto por su autoría, generamos un intercambio del que nos nutrimos ambos, y que dio como resultado el texto dramatúrgico: ¿Cómo ha dormido, general?
La intención de Juan, como autor del texto, siempre estuvo clara, en el sentido de que el
teatro le ofrecía la posibilidad de generar un relato en el que la cronología no debía ocupar un lugar preponderante. Seguro que no era en la descripción cronológica de los hechos donde podría encontrar lugar para la indagación, era en los rincones de la historia no explorados, donde plantear las preguntas que la misma investigación histórica le presentaba. Como las que aparecían por ejemplo, entorno de los motivos no políticos (irracionales algunos), de las disputas entre unitarios y federales, representados esta vez, en las figuras Lavalle y Rosas. También pedía un lugar, la indagación en la relación de estas figuras entre sí y la de cada uno, con los entornos sociales de ambos. Y, por qué no, con una finalidad pedagógica: la indagación en los aspectos más humanos de las figuras históricas, que los manuales de historia omiten. En este sentido, el juego de una especie de desdoblamiento del tiempo en la poética teatral, permite poner de relieve, algunas de esas cuestiones en conflicto: como la relación de Rosas y Lavalle con la población negra, qué imaginario habitaba en uno y en otro. O cuál es el lugar de las mujeres en aquel contexto. Sumergidos en ese juego poético teatral, traemos a la escena fragmentos, pequeños retazos de historias, de esos que se descubren espiando a través de las hendijas, provenientes del saber popular cristalizado en leyenda (la del dulce de leche, claro) que con la intención de descubrir, como en un espejo, imágenes de nuestra historia. La que nos permite reconstruir nuestra identidad, como bonaerenses y como argentinos.

—¿Cómo se llevó adelante la selección de actrices y actores para conformar el elenco?
—Por las dimensiones del proyecto, estuvimos de acuerdo con Juan Manuel, en hacer una convocatoria abierta a través de los medios y de las redes. Con todos los que se acercaron, comenzamos con un espacio de entrenamiento actoral, para que los actores y actrices hicieran su proceso de indagación, y encontráramos un lenguaje común. Se conformó un grupo de 11 artistas, entre actores, actrices, músicos y diseñadores. Todos con la determinación de querer participar del proyecto. Así se conformó el elenco: no sólo con los actores que debían representar determinados personajes, sino con nuevos personajes que nos trajo la diversidad de actores que se sumaron a la convocatoria. En rigor, no hubo selección.

—¿Cómo pensaste la puesta en escena para interpretar el texto?
—La puesta en escena debía estar en sintonía con lo que, en mi interpretación, le pertenece a la obra como forma. Pude ver en el texto a las figuras de Rosas y Lavalle, como pintadas sobre un fondo: el fondo social. Pude entrever, escondidos en los pliegues de las palabras, los imaginarios y los prejuicios que habitaban en unos y otros. Sus fantasmas, sus miedos, sus obsesiones. La precariedad de estos seres, que el bronce oculta. El lugar de lo femenino y de la negritud, negada en tantos relatos oficiales de nuestra historia. Y las preguntas sobre el factor de poder que significaron, sobre su real o imaginado empoderamiento. Entre esos componentes de tema y forma, iniciamos nuestro juego escénico.

—¿Qué significa para vos dirigir una obra de estas características?
—Te contesto esta pregunta con una expresión que podría considerarse un lugar común, pero no lo es: todo un desafío. Un gran reto por la riqueza del texto. Por tratarse del relato del hecho histórico del Pacto de Cañuelas. Por representarse en el año del Bicentenario, por el compromiso que nos impone ante el público, en particular el público cañuelense, y la expectativa que todos esos temas juntos están despertando. Es un montón.

El Ciudadano Cañuelense: Suplemento del Bicentenario, mes de junio (6ta entrega).

IMAGEN DE PORTADA: Silvia Mac Gill en el papel de María Remedios del Valle.

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