Historia pensada Sobre escritos

Crónicas imposibles para fundar un club

Sobre Crónicas imposibles del Turco Escalera de Daniel Roncoli.

Juan Manuel Rizzi.

Si lo que dice Daniel Roncoli es verdad, el Cañuelas Foot Ball Club (CFBC, su nombre original) se fundó en respuesta a la provocación de un conjunto de muchachos de Monte Grande, de la misma manera que se postula el inicio de Occidente en Ilíada, la guerra de Troya, con la “cólera de Aquiles” por el rapto de Helena. Una guerra (bueno, un partido de fútbol) y un club. El director de la escuela nocturna Joaquín Muñoz Marcos, a la sazón primer presidente de la institución, había aceptado el desafío de la muchachada de Monte Grande, y “en una incesante retahíla de breves cabildeos, entre la mañana del 24 y el 31 de diciembre de 1910, se propusieron ajustar el equipo, fundar un club, dictar su acta constitutiva, trazar el espíritu institucional, ponerle un nombre, decidir sus colores, encontrar una sede y alquilar un campo de deportes para ejercer en su partido debut la condición de locales”, escribe Roncoli en el primer relato, “El Plan Maestro”.

El autor con este relato, que se entrelaza con el segundo “Perdurable Primavera”, y continúa en “¿Quién tiene el sello?”, logra contar hechos fundamentales del club no escritos, género que confiesa “podría inscribirse dentro de la narrativa histórica”. En las crónicas leemos varias capas: el escenario, los nombres, los resultados de los partidos, aquello sedimentado en las historias mínimas del Turco Escalera, y todo el color, “la reconstrucción minuciosa y obcecada de relatos orales” –dice-, lo que participa de los sentidos vivos e internos: los relatos de jugadas, la geografía, el clima, las conversaciones, las fisonomías, y las historias familiares, que irrumpen y tuercen el relato sobre un suelo cañuelense. Además Roncoli en un tercer nivel, comenta espectador de sus escritos, los propósitos, las excusas personales para narrar, ubicando estos relatos a mitad de camino entre la literatura histórica y el homenaje a un pueblo y a un club.

Este homenaje se condensa en el personaje de José J. Martínez, el Turco Escalera. Portero de las escuelas N°1 y Estrada, periodista vocacional que “elegía la evocación a la actualidad”, y da título a la obra. “Hablo de crónicas imposibles porque son las crónicas que el Turco estuvo imposibilitado de escribir. Tal vez no quiso, tal vez no estaba en su afán hacer relatos más exhaustivos y detallados. Tal vez a algunos hechos no los vivió o no fueron afectos a su curiosidad”, nos cuenta.

El equipo de Cañuelas en 1911, primer partido, narrado en “El plan maestro”.

En los relatos dedicados a José J. Martínez, “La colorida sombra del Jacarandá” y “Reportaje con un piolín de bondiola”, Roncoli alcanza altura poética, para quienes conocimos –o no- al Turco, fundimos en la cercanía de una dimensión humana: “En la calle San Martín, entre Independencia y Mitre, la puerta de alambre de ala generosa permanecía cerrada con dos vueltas de cadena. Adentro se atisbaban pequeños parpadeos lumínicos. Cuando se apagaron los focos y la morada quedó a oscuras, una estela se desprendió de la luna y trazó sobre su techo una delgada línea del color de las flores del jacarandá en la que a primera vista no podía distinguirse de qué lado estaba el bien y de qué lado el mal. En una inflexión a sus costumbres regulares de los últimos días, el hombre no salió. El gato de la nocturnidad que cada madrugada marcha sobre su tejado nos contó, a los bomberos y a mí, que entonces lo oyó llorar con alevosía” (“La colorida sombra del Jacarandá”).

Al Turco Escalera se lo recuerda solitario, silencioso y algo excéntrico, cuyo sobrenombre le viene por transportar de un lado a otro del pueblo, una escalera, sin que nadie supiera para qué. Los más chicos y vecinos recordamos su casa –hoy lugar de la aparatosa oficina de Lobos Bus- en medio de un terreno sin poda, una sola habitación, donde Martínez no podía ser molestado por nada del mundo, so pena de ver aparecer su pelada, su fuerza que a los niños nos contaron sobrehumana, y una escopeta, que nunca vimos, de la que escuchábamos (o soñábamos) tiros. Una pelota de fútbol en su terreno era pelota perdida; nadie osaba pedirla. Roncoli construye una imagen más piadosa, por haberlo tratado o elegirlo su personaje, viajero del tiempo, justicia por justicia poética.

El otro relato que elegimos por la emoción de lo originario es “Corazón de sardina”. Un match de 1915 entre el naciente Club Estudiantes y el Cañuelas que ya ostentaba Primera División a diferencia de aquel que quería parecérsele. El grupo de jóvenes de Estudiantes eran los mismos que formaron su primera comisión: Aníbal Michellon, Roberto Jamardo y el poeta Carlos Vega, que doce años después además fundaría la biblioteca popular –hoy Sarmiento- en la misma sede del club. Luego un combinado de Estudiantes –que ahora pasaba jugadores a su rival- y de Cañuelas disputaría la final de un cuadrangular frente a La Campana, equipo favoritísimo al contar entre sus filas a los hermanos Alfredo, Eliseo y Ernesto Brown, dirigidos por Jorge Brown, los escoceses ya leyendas del mítico Alumni. Da escalofríos pensar que los cañuelenses disputaron y ganaron 1-0 la Copa CAMPIRE –CAMpana, PIno, REcoleta- a los primeros cultores y campeones de fútbol en el país. La crónica de este partido Roncoli la reconstruye mediante relatos orales, mientras que la del partido Cañuelas-Estudiantes a partir de una crónica de Carlos Vega, que arquero del segundo equipo se nombra dentro de su relato en tercera persona, “un antecesor de Maradona” especula el autor, quien tomaba distancia nombrándose sencillamente “Maradona”.

De La Campana, nombre de la estancia homónima, lugar del torneo en las inmediaciones del arroyo Cañuelas, hay que agregar que ahí mismo a partir de 1880 se comenzó a gestar el polo de la región, y que la historia de la estancia, luego campos de La Martona, se remonta a 1636, siendo la más antigua y donde aparece por primera vez el nombre “Cañuelas” en un documento del siglo XVII. Por otro lado en este mero partido se muestra la independencia del pueblo frente a las estancias, pese a con seguridad provenir de ellas. El libro de Roncoli logra así su cometido, expresado en el subtítulo: “El Bicentenario en historias del Cañuelas Fútbol Club”, o bien la historia de Cañuelas a través del fútbol.

—Gordo, Cañuelas está a más sesenta kilómetros de Viamonte 1366. No hay caso…Son interior.

La respuesta que habría recibido Jorge Arín, presidente del CFBC en 1973, al pedir la afiliación del club a la AFA, que finalmente se hace efectiva el 2 de diciembre de 1974 (relato “A los ponchazos”). Cañuelas hoy juega la division Primera B, tras dos ascensos en seis años.

Libro imprescindible este de Roncoli, onceavo de un autor en quien se conjugan excepcionalmente la necesidad de dejar hechos por escrito, el talento literario y el amor por un club que lo llevó a presidirlo durante diez años.

Tapa del libro editado en 2023 por la editorial Párrafo Aparte.

Descarga gratuita del libro en Biblioteca Digital de Autores y Autoras de Cañuelas.

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